Para entender el Berlín actual, la estética a veces antagónica de su disposición arquitectónica, los llamativos memoriales visibles como invisibles es necesario RETROCEDER EN EL TIEMPO…

Friedrich Wilhelm II., amante de las artes, descuidó el ejército prusiano y fue responsable de una mala gestión económica, política y militar, hechos que marcarían su debilidad ante una inminente invasión napoleónica. Será en 1806 cuando Napoleón, en su intento de hacerse con la hegemonía de Europa, arrase con todos los estados alemanes dejando vestigios de una idea de la democracia “mal interpretada” en la futura Alemania reunificada. En 1871, el movimiento del Romanticismo y las ansias de buscar unas raíces comunes, hacen que tras una unificación cultural y aduanera, se proclame la unificación de todos los estados alemanes bajo la llamada Reunificación. Berlín será considerada la capital del nuevo estado, bajo el mandato de Guillermo I y las directrices de su canciller Otto von Bismarck, estratega militar y una de las figuras claves en las relaciones internacionales del momento. Bajo estas circunstancias de decadencia, iniciará un sistema de alianzas para asegurar no sólo la seguridad de la nueva Alemania sino su supremacía en el centro de Europa. Los planes de Bismarck se vieron truncados por las ansias de expansión del nuevo emperador Guillermo II quien, tras destituir al canciller que había forjado una Alemania unida, llevaría al país hasta la Gran Guerra (1914). Las consecuencias para Alemania fueron devastadoras desde todos los puntos de vista: pagar los costes de la guerra, la reducción de un 13% de sus territorios. Asimismo, se reduce el ejército alemán a 100.000 hombres de un millón y medio con el que se contaba al empezar la guerra. En 1918 se instaura la República de Weimar, con el sistema político democrático convulso desde el punto de vista político y social. La inflación económica (1 dólar americano 4 marcos. En diciembre de 1923, 1 dólar 253000 marcos), el paro laboral para militares por la reducción del ejército, alemanes dispersos en antiguos territorios de Alemania que fueron arrebatados tras la I Guerra mundial. En 1929 la prosperidad económica emergente propiciada por los préstamos americanos cae con el Crack la bolsa. Todo ello, unido al sentimiento moral en la que se culpa a Alemania del desastre y de las desgracias de la IGM se convertirían en circunstancias de decadencia propicias que acabarían desembocando en la toma de poder del Partido Nacionalsocialista con Hitler al frente.

Y sólo hace falta un paseo por el Berlín actual para no olvidar a través de memoriales “visibles e invisibles” a responsables y víctimas. Destacamos…